Moverse en transporte público es una experiencia compartida. Y, para que todo el mundo pueda hacerlo con bienestar, hay que hacerlo con civismo. Y no, no es necesario un manual de instrucciones de 50 páginas.
De hecho, siempre es más fácil hacer las cosas bien, que complicarse la vida y ponerse en problemas haciendo las cosas mal.
El civismo no es más que sentido común. Es esa satisfacción de poner de tu parte, por pequeña que sea, para que el viaje de todo el mundo sea más agradable y todo funcione como debe funcionar.
Ceder los asientos de uso preferente
Mirar fijamente el móvil, girar la cabeza hacia la ventana, hacer como si no hubieras visto a esa persona mayor, embarazada o con movilidad reducida... ¿Vale la pena el esfuerzo por seguir cómodo, a cambio de vivir esa situación incómoda? ¿Sabes qué es fácil? Levantarse del asiento para cederlo a las personas que tienen prioridad absoluta.
Escuchar música con auriculares
Tu música es para gozarla, no para compartirla con quien no te lo ha pedido. Ver vídeos o escuchar música por el altavoz del móvil, molesta a la gente con la que viajas. Es tan fácil como utilizar auriculares. ¿Y si no llevas? Activar el modo silencio es aún más fácil.

